Conde Cero by William Gibson

Conde Cero by William Gibson

autor:William Gibson
La lengua: spa
Format: epub, mobi


17. El bosque de ardillas

El avión había tocado tierra cerca de un curso de agua. Turner podía oírla, moviéndose en la red de gravedad, febril o dormido: agua sobre piedra; uno de los cantos más antiguos. El avión era listo, listo como cualquier perro, con el mismo sentido de ocultación. Sintió cómo se balanceaba sobre su tren de aterrizaje, en alguna parte de aquella noche enferma, y reptaba hacia adelante, con ramas que rozaban y arañaban la oscura cubierta corrediza de la cabina. El avión se deslizó hasta la verde profundidad de las sombras; y se posó sobre sus rodillas mientras la estructura gemía y crujía al aplastarse contra el suelo de arcilla y granito, como una raya en la arena. El policarbono mimético que cubría las alas y el fuselaje se fue llenando de vetas oscuras, adoptando los colores y dibujos de las piedras manchadas de luna y de la tierra del bosque. Finalmente, quedó en silencio, y el único sonido era el del agua en el lecho de un arroyo…

Despertó como una máquina, abriendo los ojos, visión activada, vacío, recordando el destello rojo de la muerte de Lynch al otro lado de la mirilla fija de la Smith & Wesson. El arco de la carlinga sobre su cabeza estaba veteado de aproximaciones miméticas de hojas y ramas. Amanecer claro y ruido de agua que corría. Todavía llevaba puesta la camisa azul de trabajo de Oakey. Ahora olía a sudor rancio, y le había arrancado las mangas el día anterior. El arma yacía entre sus piernas, apuntando hacia la palanca negra del jet. La red de gravedad era una rígida maraña que le rodeaba la cintura y los hombros. Se volvió hacia atrás y vio a la chica, rostro ovalado y un hilo de sangre coagulada descendiendo de su nariz. Seguía inconsciente; sudaba, los labios entreabiertos, como los de una muñeca.

—¿Dónde estamos?

—Estamos a quince metros al sur-sureste de las coordenadas que usted indicó —dijo el avión—. Usted había vuelto a perder el conocimiento. Opté por el camuflaje.

Extendió el brazo hacia atrás y sacó el enchufe de interfase del conector de su cabeza, cortando su enlace con el avión. Miró aturdido a su alrededor, hasta que encontró los controles manuales de la cubierta corrediza, que suspiró sobre sus servos; el encaje de hojas de policarbono se movió al abrirse la cubierta. Sacó una pierna por la abertura, se miró la mano, apoyada sobre el fuselaje en el borde de la cabina. El policarbono reproducía los tonos grises de una roca próxima; mientras miraba, el revestimiento comenzó a pintar una mancha del tamaño de una mano y del color de su palma. Sacó la otra pierna, dejando la pistola sobre el asiento, y se dejó caer sobre la tierra, entre hierba alta y suave. Entonces volvió a dormirse, la frente contra la hierba, y soñó con agua que corría.

Cuando despertó, estaba avanzando a gatas, entre ramas bajas cargadas de rocío. Por fin llegó a un claro y cayó hacia adelante, rodando, los brazos extendidos como si estuviera rindiéndose.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.